miércoles, 27 de enero de 2010

Pilotando Life Unexpected: The CW vuelve con mamá

Pocas veces la trama de un estreno había resultado tan autorreferencial para la cadena que lo emite. The CW parece haberse hartado de la frivolidad y pocos beneficios del tren de vida 'chic teen' que venía llevando hasta la fecha. Perdida en su propio vacío, ha decidido pasar de tomar un 'latte macchiato' del Starbucks mientras pasea por la avenida, para coger la carretera secundaria, y regresar al hogar que abandonó hace unos tres años y donde se la veía sonreír más que ahora. Sí, Life Unexpected nos cuenta la reconciliación de una quinceañera con su padres biológicos, pero también nos habla de la voluntad de la cadena verde por reivindicar su antiguo apellido: Warner.

Allá por el mes de mayo, la premisa de un piloto llamado entonces Parental Discretion Advised sobresalía entre tanto clon de laboratorio y me dejaba pensando si aquello valía realmente la pena. Si la vuelta a los estándares de la difunta The WB no funcionaba, sería el acabose porque, tras el batacazo de The Beautiful Life, todo apuntaba a que esa era la única carta que le quedaba a The CW para empezar a sacar la cabeza del pozo de fango en el que la había metido. Casi un año después y cambio de título mediante, Life Unexpected ha presentado talento suficiente para ayudar a Supernatural a defender el honor de la cadena.

La verdad es que el viejo título tiene su coña y es mucho más explícito con respecto al punto de partida de la serie. La pizpireta Lux (Brittany Robertson) , con un currículo extenso en casas de acogida, quiere emanciparse aprovechando que va a cumplir dieciséis años. Pero para ello tiene que pedirle a sus padres biológicos, Nate (Kristoffer Polaha) y Cate (Shiri Appleby), que la concibieron en una noche de pim-pam-una-y-no-más cuando eran adolescentes, que le firmen el papelito y chao otra vez. Lógicamente, la juez le niega la emancipación y, para horror de la chica, y sorpresa de sus padres, que tienen la vida montada cada uno a su manera, éstos deben compartir su custodia hasta la mayoría de edad.

Ninguna de las partes se esperaba que las cosas surgieran así, de ahí que estemos ante una historia de descubrimiento padres-hijos al cien por cien, que sólo comparte con productos canónicos de The WB como Everwood o Gilmore Girls (¿obviamos 7th Heaven?) esa vocación juvenil para toda la familia. Considerando sólo el piloto, Life Unexpected se situaría en una tierra de nadie entre el drama intenso de una y el humor supercalifrágilisticoespialidoso de la otra, sin dar tampoco breves muestras a favor de alguno de los dos extremos en ningún momento. Con una historia susceptible de programar en unas estupendas tardes de sábado en Antena 3, este primer capítulo no arriesga y se mantiene en un tono muy ligero a la vez que contenido; con detalles gamberretes y confesiones a corazón abierto a partes iguales, pero que se las ingenian para conectar con el espectador.

Esa personalidad (por suerte, nada cargante) de Lux de chica hecha a sí misma y de respuestas rápidas puede dar mucho juego viendo al par de elementos que tiene por padres: uno cabeza loca que quedó estancado en los 20 años, y la otra que va de madura y exitosa, pero con las mismas inseguridades que tenía en el instituto. ¿Quién educa a quién? Hablando de Nate y Cate, tampoco podemos olvidarnos del mítico asunto pendiente, o tensión sexual resuelta pero no resuelta, entre semejantes polos opuestos, que entra en conflicto con las actuales parejas de ambos, Trace y Ryan (Kerr Smith). Añadamos a esto una probable fuente de lagrimeo en su justa medida en forma de dolencia cardíaca (esto nunca falla en el manual) y tenemos las principales líneas argumentales que, en principio, nos ofrecerá la serie.

En cuanto al cast en sí, no niego que me chocó ver a Appleby en el papel de madre tras tenerla tan marcada como la Liz Parker de Roswell (The WB, 1999-2002), aunque ese halo de perplejidad y de chica de al lado que tiene la actriz encaja con el rol de mujer a la que de repente se le presentan retos. Asimismo, la pinta de yerno ideal de otro hijo de Warner Bros., Kerr Smith (Jack McPhee de Dawson's Creek), contrasta con la de pasota de Polaha, habitual de varias series. Sólo espero que su personaje no sea tan perfecto en el futuro por el bien del entretenimiento. Sobre Brittany Robertson, decir que con su interpretación logra que me olvide de preguntar por qué no escogieron a una actriz morena para hacer de Lux. Defiende muy bien su posición.

Si esto no es suficiente para pensar que The CW apuesta por tomar cafés en casa y apelar a los buenos sentimientos, encima tira de playlist y pincha el Can't go back now de The Weepies. Veremos hasta qué punto es una declaración de intenciones y no abandona la senda que acaba de tomar para alegría de los nostálgicos de The WB y de los amantes del drama familiar.

miércoles, 20 de enero de 2010

Jumping the pond

Si Napoleón se levantase de la tumba seguro que aplaudiría los avances de su legendaria archinenemiga, la "pérfida Albión". Que ahora sea FOX quien esté preparando un proyecto de adaptación de la británica Torchwood, spin-off de Doctor Who, da cuenta de la inteligente reconquista (mediática) que los isleños están llevando a cabo en la antigua colonia americana. Inmersos en un evidente colapso creativo, no es extraño que en los últimos tiempos aparezcan noticias contando que los Estados Unidos recurren a la fecundísima ex metrópoli en busca de provisiones para asarlas ellos mismos en sus parrillas, con independencia de los productos que les llegan importados vía BBC America.

Pero la tendencia parece haberse hecho más notoria en los últimos tres meses, en los que, además de la serie de Russel T. Davies, se han anunciado sendos remakes de dos éxitos de crítica y público en UK, como son la paranormal Being Human (BBC3) o la adolescente Skins (E4). SyFy alargará a trece capítulos las experiencias de un hombre lobo, un vampiro y una fantasma compartiendo piso, mientras que MTV trasladará a Baltimore las tribulaciones de la pandilla de Bristol, aunque todavía está por ver si con el mismo grado de atrevimiento que en el original. En cualquier caso, de entrada el concepto de ambas series se acopla perfectamente a la marca de los canales, si bien la audiencia yanki no siempre responde bien a las adaptaciones.

Ése fue el caso del remake de Life on Mars, que duró una única temporada (2008-2009) antes de que la ABC decidiera no renovarlo para el siguiente curso. El acto de la cadena de Disney fue benévolo en comparación con lo que hizo la NBC en 2003 con la sitcom Coupling, a la que se cargó después de cuatro episodios, incapaz de aguantar las comparaciones con el original de la BBC2, y dejando en el cuarto oscuro siete capítulos ya rodados. Tan flagrante debía ser la diferencia de calidad entre la británica y la americana que BBC America se permitió el lujo de programar su serie a continuación de cuando emitía la cadena de Peacock para que los espectadores apreciaran el contraste.

Con todo, la humillada NBC no se dio por vencida y recuperó su honor adaptando en 2005 The Office. La versión, con actualmente seis temporadas a sus espaldas y múltiples premios, ha conseguido construírse una identidad al margen de la creación de Ricky Gervais, al que bastaron catorce episodios de 'mockumentary' en 2001 para influír en el tipo de comedias que se harían después. Los pavos reales intentarían seguir por la senda del éxito con The IT Crowd (Channel 4), pero el piloto no se llegó a emitir.

ABC, NBC, FOX... ¿Qué pasa con la otra 'big', CBS? Aunque parezca que no le hace falta, 'el Ojo' también se las apaña para avistar en los valles británicos su propia adaptación... de un procedimental, por supuesto. El pasado verano se anunció un proyecto para Wire in the Blood (ITV, 2002-2008), drama criminal sobre un psicólogo clínico que resuelve asesinatos ayudado por una detective. Habrá que esperar a los 'upfronts' de mayo para ver en qué quedó el piloto encargado a uno de los guionistas de C.S.I.: Miami, en un intento de resacirse de los pobres resultados cosechados por el remake de la miniserie Eleventh Hour (ITV, 2006) en la temporada anterior. Igual que aquel anuncio del Kas, unos tiran para la BBC y otros para ITV.

Las generalistas no se cortan al hacer sus propias versiones y, (sorpresivamente por lo que representa en términos de innovación), el cable, tampoco. Russel T. Davies está curtido en cosas del remake ya que vio cómo Showtime adaptaba en 2000 el drama gay de Channel 4, Queer as Folk, que se extendió cinco temporadas al otro lado del charco.


La HBO mantiene una estrecha relación con la BBC para colaborar en la producción de ficciones que de otra manera no hubieran podido salir a la luz, como Rome (2005-2007) , o la reciente House of Saddam. Sin embargo, el canal de cable estadounidense se encargó de impulsar el spin-off yanki del show de sketches Little Britain, que si bien no es una adaptación mantiene a los mismos personajes británicos del original lidiando con su nueva vida en los USA. Para remakes ortdodoxos, el de Shameless (Channel 4), del que ya se ha encargado un piloto con William H. Macy y Emmy Rossum en el cast.

Incluso la nueva ola del cable, con AMC a la cabeza, sucumbe a la tentación del 'pudding'. Ahí está el clásico de ciencia-ficción The Prisoner que, más de cuarenta años después de su estreno en ITV, se transformó en miniserie con Ian McKellen y Jim Caviezel una vez que arribó a la isla de Ellis.

PD: Seguro que hay más remakes de Albión escondidos en USA, así que si sabéis de alguno, adelante :)

jueves, 14 de enero de 2010

El (no tan grande) Big Bang

Porque todo depende de las características del cristal por donde se mire, ¿no? En ese caso, creo el modelo de globo ocular que tengo no está hecho para admirar demasiado algunas comedias. Aunque The Big Bang Theory hace que se produzcan reacciones químicas que llevan a la risa, no consigue golpearme el hipotálamo para que descargue dopamina a raudales y se dé aquello que la convención social llama enamoramiento. Y eso que la serie no es un mal partido: perteneciente a la rica familia de la CBS, trabaja por su cuenta y no para de hacer millones semana tras semana... Lo sé, soy tonta, pero ya son dos temporadas conociendo a Leonard Hofstadter (Johnny Galecki) y Sheldon Cooper (Jim Parsons) y, honestamente, prefiero que seamos sólo amigos.

Será que la sucesión de risas enlatadas y gags envasados al vacío de gran parte de la primera temporada, a pesar de la referencias a Battlestar Galactica, fue tan impresionante para mal que aún dura el regustillo. Tampoco me olvido de esa planta de sitcom tan clásica que muestra, cosa con la que todavía ahora me cuesta algo lidiar, para qué negarlo. Con todo, parece que era cuestión de mejorar las situaciones, pulir los chistes y aprovechar el carácter (o la falta del mismo) de los personajes para que la serie no acabara compartiendo cubo con las sobras del atún.

La segunda temporada, en este sentido, pega un salto exponencial de gigante explotando la dinámica entre las antípodas intelectuales de Sheldon y Penny (Kaley Cuoco), y dejando de lado los lloriqueos de Leonard por la vecinita, aunque la tensión sexual entre ambos se mantiene latente a lo largo de los episodios. El frikismo de la serie, que en la primera temporada no tenía en donde apoyarse, ahora fluye más cómicamente gracias a la mayor participación de la propia Penny, que ya no sólo se limita a acompañar a los científicos mientras toman comida thai (lo del estómago de esta gente para consumir tales cantidades de comida exótica y pollo frito sin consecuencias es un misterio de la ciencia), sino que hasta cae inconscientemente en razonamientos frikis para su horror. En general, se nota que los guionistas han trabajado más el personaje, dotándolo de más registros graciosos y profundidad.

Accionistas de KFC y del chino 'Gran Muralla' de turno

Del mismo modo, Raj (Kunal Nayyar) y Wollowitz (Simon Heldberg), que parecían los comparsas de Sheldon y Leonard, se erigen en protagonistas de sus propias situaciones, especialmente el segundo con su obsesión por las mujeres y su sobreprotectora e inédita madre, cuyos gritos ya son marca de la casa junto con 'Piedra, papel, tijera, Spock', el 'Bazinga!' y el 'Toc, toc, toc, Penny' de Sheldon, o el sobrio mutismo de Raj siempre que tiene a alguien del cromosoma XX delante.

Pero es el doctor Cooper con sus manías, tics y camisetas de Flash y Linterna Verde el verdadero maestro de ceremonias del invento de Chuck Lorre y Bill Prady. Estereotipo extremo del geek/nerd/superdotado arrogante, con cero aptitudes sociales y asexual en aparencia, Sheldon en pantalla garantiza más carcajadas que las de su compañero Leonard, otro portento intelectual, pero lleno de todo el sentimiento y nervio de los que carece Cooper. Detrás de la interpretación y la voz aflautada de Parsons en la versión original, se esconde gran parte del éxito de un personaje que podría resultar cansino e insoportable, pero que él trasforma algo cuanto menos entrañable. ¿Estamos ante otro caso Barney Stinson y Ted Mosby? Objetivamente, sí.

Si bien Leonard demuestra el más alto índice de inteligencia emocional de todos los científicos de la serie (Leslie Winkle incluída, ya podría salir más y echarle una al Halo a su odiado Sheldon), y es de largo el personaje más cercano al espectador, al personaje le faltan unas gotas de mala leche en sangre para que la identificación sea efectiva. La comedia como género admite poca evolución a largo plazo en el modo de comportarse de los personajes, pero esto no impide que de vez en cuando les den arrebatos distintos que, de paso, se aprovechan para potenciar la comicidad del asunto. Pues bien, cero patatero con Hofstadter. Y resulta una pena porque al amigo se le podría sacar mucho partido y, ¡qué narices!, hasta la bruja de su madre me cae bien.

¿Qué tal avanza la tercera temporada?

viernes, 8 de enero de 2010

Misfits, o cuando Spider-Man se va por el WC


Una de las grandes innovaciones que aportó Stan Lee al cómic fue la creación de un nerd adolescente que, al principio, se creía el puto amo porque podía trepar por las paredes, pero pronto aprendió aquello de "un gran poder conlleva una gran responsabilidad" y se le acabó el chollo. Seguiría siendo un cero a la izquierda en el instituto, y encima también debía salvar al mundo. Peter Parker encarna al perfecto pringado que se resisten a imitar otro tipo de perdedores, los chicos obligados a realizar servicios comunitarios de Misfits (E4), a los que, para empezar, lo de tener súperhabilidades no les resulta tan 'cool' como cabría esperar.

¿Por qué? Como bien deja claro el lenguaraz Nathan en el primer episodio esas cosas "sólo" pasan en Estados Unidos, mientras que aquí estamos en Reino Unido, patria de la ruptura y mezcla de esquemas televisivos y de los personajes grises. Se está convirtiendo en un lugar común diseccionar esta producción como el resultado de una noche de borrachera entre Heroes y Skins (la joya de la corona del mismo canal que hay que ver. Si Nahum no te convence con esta bala dorada, nadie lo hará), pero no se la puede definir mejor. Tomando como base una tipología de personajes similar a la serie de los jóvenes Bristol, y con el mismo exquisito cuidado en la banda sonora, una tormenta de aerolitos se encarga de poner las vidas de estos señores del revés, como ya hizo aquella lluvia de meteoritos que asoló Smallville, serie con la que Misfits también comparte vivencias en la lejanía.

Aunque una cosa es que te caigan del cielo poderes guays con los que puedas reírte de tu agente de la condicional, y otra que te lleguen chustas como aquel poder de la que lloraba en Heroes. Que se lo digan a Alisha, una especie de Pícara de X-Men en el sentido caliente de la palabra, o a Curtis que puede viajar en el tiempo todo lo que quiera salvo para volver a ser la celebridad intachable que una vez fue. Con todo, los hay que sacan mucho partido de sus dones como Simon a.k.a. el hombre invisible, un voyeur con claros problemas de sociabilidad; o la choni-malota Kelly, que si ya te quería pegar porque la estabas mirando, ahora lo hará porque te has reído mentalmente de los oros que lleva encima. ¿Y Nathan? Él aparentemente no tiene poderes, sólo habla, habla y habla... Y está limpiando bancos porque robó algunos caramelos. Qué chico tan dulce.




Con un tipejo como éste, las risas están aseguradas, aunque hay momentos en los que se lamente que el aerolito no le haya caído encima. De esta peculiar pandilla de inaptados me quedo con Kelly, a la que hay que oír en serio porque el acento que se gasta tiene vida propia. Los cinco estrecharan lazos entorno a un misterio que les acerca a los jóvenes de Sé lo que hicisteis el último verano, mientras intentan que sus recién adquiridas habilidades no les haga más difícil si cabe sus ya de por sí complicadas vidas.

Como en toda serie británica que se precie, la brevedad no es cuestión baladí, aunque en Misfits no da tiempo a enterarse de que la temporada dura seis miserables capítulos, porque tal es el ritmo de la narración que cualquiera se planta en el último sin haber acabado el bol de palomitas. Al delimitar tan bien y de manera tan simple el hilo conductor de la historia, no se toma muchas molestias en profundizar en temas secundarios. No obstante, al mismo tiempo esto corre en contra del acabado de los capítulos, ya que al economizar tanto en situaciones como en personajes se cae en un par de finales bastante parecidos entre sí, lo cual reduce los cliffhangers a recursos meramente efectistas.

Aún así, la serie es de lo mejorcito que nos ha regalado este 2009 al que acabamos de decir adiós. Muy adictiva, especialmente si pasas de cheerleaders y de salvar a gente porque sí, y prefieres pasarte una nada heorica tarde viendo buenas series con el mono naranja puesto.